Angélica Tarragó Rodríguez.
Concertista veracruzana de 84 años.
Me gustaría decirle: Señora Sheinbaum, me parece que tiene algunas confusiones en relación a nuestro género. El nacer mujeres no nos hace seres especiales ni privilegiados. Lo mismo se aplica al género masculino. La diferencia la hace la calidad de la persona.
Una mujer que tiene una dependencia como la que usted tiene, con su jefe, no es realmente un ejemplo de lo que es una mujer independiente y con convicciones. Usted no solo no tiene convicciones ni opiniones propias, ni siquiera son suyas sino de este vejete traicionero y mentiroso que es el peje.
Usted se disminuye y se degrada al tratar de imitar no solo la manera soporífera de hablar de ese señor, sino hasta tratar de imitar el acento tabasqueño. Usted es una persona que se ha traicionado a sí misma, en su afán de poder; por eso no tiene ninguna fuerza. Repite discursos manidos y huecos, porque usted ya no es, decidió convertirse en una marioneta y usted es una víctima de usted misma.
Lo más vergonzoso, señora, es que usted tiene una preparación que ni de lejos posee ese palurdo ignorante y resentido, mismo ante el cual usted se humilla, y se somete. No mujer, usted no es un ejemplo de una mujer libre, dueña de sí misma y responsable de sus actos. Usted no puede representar a una mujer que no se doblega ni se victimiza porque tiene dignidad.
Usted representa justamente aquello que usted ataca sin ninguna convicción: la sumisión al macho, la necesidad de poder, de sentirse importante y protagonista. No señora, usted está a años luz de poder erigirse como un ejemplo para las mujeres, me corrijo, en realidad usted es un ejemplo de todo aquello que degrada y denigra a cualquier mujer.
Qué vergüenza.