Salvador García Soto
La debacle morenista que se avecina en Coahuila no es nada nuevo y prácticamente estuvo cantada desde antes de arrancar las actuales campañas por la gubernatura. Y quizás sea por el orgullo o porque saben que una derrota como la que les espera en los comicios coahuilenses será una mancha para la poderosa maquinaria electoral que presume ser Morena, pero en los últimos días, a escasas tres semanas de las votaciones en la entidad norteña, desde las cúpulas de la 4T han comenzado a lamentarse de la triste situación de su candidato Armando Guadiana y a tratar desesperadamente de rescatar a un barco que está en franco hundimiento.
Fue el propio presidente López Obrador quien, en la reunión de aquel viernes 28 de abril en Palacio Nacional, donde reunió a las corcholatas presidenciales, les pidió a los cuatro aspirantes Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, que «acuerparan» al candidato Guadiana y que fueran a Coahuila a apoyar su campaña. «No lo dejen solo, hay que ayudarlo», les dijo el mandatario según comentan asistentes a ese encuentro al que también acudió la bancada de senadores de Morena.
La petición del presidente no fue sólo de forma, sino también de fondo, pues incluyó una instrucción específica para que buscaran a Ricardo Mejía Berdeja, su exsubsecretario estrella de Seguridad, y lo convencieran de que declinara su candidatura por el PT para apoyar a Armando Guadiana. Con esa maniobra, según los cálculos de Palacio, se podría intentar rescatar algo de la elección que hoy está perdida y volver a Morena más competitivo en las votaciones de Coahuila.
Pero ocurrió que, efectivamente, varios mensajeros buscaron a Mejía Berdeja para tratar de convencerlo, pero el político originario de Torreón les dijo a todos que no y los regresó a todos con un palmo de narices. Uno de esos mensajeros fue Ricardo Monreal, quien buscó al candidato del PT para decirle que el presidente vería muy bien una declinación suya en favor de Guadiana. La respuesta de su tocayo fue directa y contundente: «Yo ya rebasé a Guadiana en las intenciones del voto y lo lógico es que decline el que va en tercero para apoyar al segundo, no a la inversa».
Otro de los que intentaron también infructuosamente convencer a Mejía fue el senador José Ramón Gómez Leal, actual delegado de Morena en Coahuila, a quien conocen en el estado como «el cuñado de Cabeza de Vaca». A la labor de convencimiento sumaron primero ofrecimientos y «zanahorias» como hacer a Berdeja candidato a senador en el 2024 o nombrarlo Fiscal de Justicia estatal si Guadiana ganaba la gubernatura; y cuando ni con eso lograron convencerlo, sacaron el garrote con amenazas como la de «revelar los compromisos financieros y económicos» que hizo con empresarios y grupos del estado y decir que por eso el candidato del PT se negaba a declinar.
Pero ni los amagos hicieron que Mejía Berdeja se doblara y su respuesta a los mensajeros fue claridosa: «¿Mis compromisos?, ¿y los compromisos de Guadiana con los Moreira, con Riquelme? ¿Y los compromisos que hizo Mario Delgado con Luis Fernando Salazar? esos sí son delicados y cuestionables en comparación con los míos, que no fueron compromisos de dinero, sino políticos», les respondió el abanderado petista.
El último intento desesperado de Morena en Coahuila es presionar a la dirigencia del PT que encabeza Alberto Anaya para que le retire la candidatura a Ricardo Mejía y de esa manera Morena pueda recuperar votos que ha perdido. En ese sentido van las declaraciones que hizo Mario Delgado el pasado 9 de mayo, cuando lamentó «las traiciones del PT y el PVEM» en los comicios coahuilenses y lanzó una amenaza velada de que esa traición pondría en riesgo la alianza de Morena con esos dos partidos para la elección presidencial del 2024. «Donde hay asperezas es con los dirigentes (del PT y PVEM) en Coahuila, porque están haciéndole el favor al PRI, están de paleros para evitar que se consolide el voto del cambio en favor de Morena y de nuestro candidato Armando Guadiana», dijo el líder nacional del partido oficial.
La realidad es que, en Coahuila, la 4T y Morena pecaron de soberbia y se durmieron en sus laureles, mientras el PRI y el gobernador Miguel Riquelme sí operaron. Desde la precampaña Riquelme reactivó los viejos resortes que conectan al PT y a su dirigente nacional, Alberto Anaya, con el priismo, y negoció que ayudara a dividir la alianza con Morena y de esa manera le facilitara el camino a su candidato Manolo Jiménez. Y es que los viejos vínculos del Partido del Trabajo, que se remontan a su fundación en 1990, tienen que ver con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, de quien Anaya fue cercano desde sus épocas universitarias, a través de la relación con Adolfo Orive.
El periodista Rubén Moreno señala en un artículo publicado en Intolerancia diario bajo el título «Del maoísmo al salinismo solo hay un paso: el PT», que en la fundación del PT fue clave, el ideólogo salinista de programas como Solidaridad, Adolfo Orive, que les apoyó en la realización de sus asambleas y que el objetivo del entonces presidente Salinas era crear un partido de izquierda que le quitara votos al PRD de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo que en ese momento iba en ascenso y era objeto de una feroz persecución desde el gobierno priista. Por aquellos años, el periodista de EL UNIVERSAL Ismael Romero le preguntó a Alberto Anaya sobre sus vínculos con el salinismo y su respuesta fue: «De los supuestos apoyos, nadie va a sacar nada que se pueda comprobar. En lo que se refiere a nuestra relación con los Salinas, no tengo nada de qué avergonzarme».
Lo que sí es un hecho, cuando faltan unos 15 días de campaña efectiva para las votaciones en Coahuila, es que ya ni sumados los porcentajes de Morena, el PT y el PVEM les alcanzarían para ganarle al PRI. El candidato Manolo Jiménez parece caminar rumbo al 4 de junio como Moisés cuando cruzó el Mar Rojo, sin mojarse las sandalias. A estas alturas se ve más fácil que Ricardo Mejía negociara con Manolo para obtener alguna posición importante en su gabinete –que de hecho se la han ofrecido, pero también dice que no porque «eso sí sería traicionar a la 4T»– que con Morena y Guadiana. Ni hablar, al necio de Palacio le salió otro más necio; y la debacle morenista en Coahuila se ve inevitable.