Por: José Ángel Solorio Martínez
La IV T de Tamaulipas, está en la coyuntura propicia para desprenderse -en una acción de auto sanación- de tres de sus elementos más perniciosos: la Directora Jurídica, Atanasia Contreras; la Secretaria de Educación, Lucía Aimé Castillo Pastor y la titular de la SEBIEN, Verónica Adriana Aguirre de los Santos.
La primera, por sus desatinos al frente de su dependencia: el más reciente tropiezo -producto de su ineficiencia y sus impericias en asuntos de la ley y la justicia-, es la nulidad de la maniobra que pretendía construirle dos contrapesos al Fiscal Anticorrupción, Raúl Ramírez Castañeda. Un Juez, amparó a ese funcionario, dejando inoperante la estrategia de Tacha para poner cuñas al fiscal panista.
¿Tiene caso seguir sosteniéndola en el cargo, en detrimento de un proyecto mayor que es la IV T en la región?
La segunda, por sus conductas absurdamente anti-políticas en su trato con la Sección XXX del SNTE. Castillo Pastor, ha privilegiado la confrontación y soslayado el diálogo en los espinosos encuentros con el magisterio tamaulipeco, para resolver los diferendos entre la comunidad docente y la autoridad.
¿Por qué insistir, en incrementar la explosividad de la convivencia entre profesores y SET?
La tercera, por la parálisis en la que ha sumido a la institución que representa. No se ve por ninguna parte, la política social de la IV T. A Aguirre de los Santos, le quedó grande la secretaría. Es un desastre el deporte y la cultura que están bajo la férula de la dependencia de la cual es titular. Su más relevante labor, ha sido trasferir recursos, se sospecha, -despensas, dineros y demás- a las precampañas de algunos precandidatos morenistas en la entidad.
¿Quién está tentando la suerte dejando la movilidad de la política social de Tamaulipas, permitiendo que la oposición cuestione el año y proceso electoral en marcha?
La tercia de damas, -no es cuestión de género; es asunto de talentos- se ha visto en este primer año de gobierno, lentas, con poca intención y escasa vocación, para trabajar por el engrandecimiento de su estado.
La Tacha, ha sido un dañino huracán para la IV T: no ha ganado una sola de las batallas jurídicas contra los abogados del ex gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca. Permanentemente, ha sido abochornada por los sofocones de los defensores del reynosense.
Si alguien ha erosionado la legitimidad y la respetabilidad de la administración de Villarreal Anaya, ha sido Atanasia. Ojo: no ha sido Cabeza de Vaca, el causante de la fragilidad del lopezobradorismo tamaulipeco; ha sido, sí, el desproporcionado poder que se le ha dado a los Tachos, el cual es inversamente proporcional a sus capacidades en la cosa -diría Kant- de la abogacía.
¿Qué intereses -muy oscuros- representan los Tachos, como para ser inamovibles?
¿Acaso la IV T, entró en una patológica como aguda fase de masoquismo?
Tacha, Aimé y Verónica, no pudieron crecer en la administración pública.
¿Porqué no llevarlas a la arena política?
Quien quita -como dicen en el ejido-, ahí den el ancho.
¿Y si nos estamos perdiendo de ver unas lumbreras en las alcaldías, en las diputaciones y en el Senado?
¿Y si nacieron con capacidades sobresalientes, para la actividad parlamentaria o la administración de alcaldías?
La etapa electoral, es la oportunidad para encontrar una salida decorosa a la triada en mención.
Saldrían por la puerta grande.
La gente les aplaudiría.
Dejarlas donde están, sería tanto como apostar por el retroceso social de la IV T y de Tamaulipas.