José Ángel Solorio Martínez
En tanto, Claudia Sheinbaum, se consolida como la puntera en la contienda interna de MORENA por la candidatura presidencial -o sus eufemismos-; Marcelo Ebrard, se desespera y tira de la cuerda al grado de parecer un intento por deslegitimar la victoria de la corcholata favorita, desde su incuestionable segundo lugar; Adán Augusto López, se planta en un nada despreciable tercer lugar en las preferencias; Ricardo Monreal, se ubica como el más decepcionante y decepcionado participante, en un cuarto sitio que demerita su larga carrera política, la gran sorpresa la está dando Gerardo Fernández Noroña que se amacizó en el tercer sitio superando fácilmente al senador zacatecano que llegó a la justa como Juan Camaney.
(El resto de las tapa-roscas, no pintan).
De todos los contendientes, sólo Claudia y Marcelo llegaron a la pugna, con credenciales para ganar. El resto, intenta potenciar sus capitales políticos para seguir en la IV T en primera fila.
Ebrard, al inicio de la competencia, se puso la vara muy alta: o la candidatura presidencial o nada.
Hoy le pesa, esa proclama.
¿Marcelo se va de MORENA si gana Claudia?
Especulemos:
1.- Si se va de la IV T, no encontrará cobijo. Los espacios, están ocupados en todos los partidos y coaliciones. El PRIAN, va con Miss Gelatina; el MC, podría alojarlo, sólo para asegurar el triunfo en la elección constitucional de Sheinbaum -debilitaría la candidatura de la señora X-, y para llevarle más diputados y senadores plurinominales a Dante Delgado, que al final de cuentas en ciertos momentos convergerían con el proyecto de la cuatroté.
Es decir: terminaría trabajando para Claudia.
Y lo peor: sería satanizado por el morenismo que lo estigmatizaría como traidor. Y no es menor, ese repudio: estamos hablando que una ruptura con AMLO es una fatalidad: se mantiene con un bloque de simpatizantes de casi el 70 por ciento de los ciudadanos.
Otra opción rupturista de Marcelo, es formar un nuevo partido.
Sería un contrasentido: ha asegurado que ésta es su última oportunidad de ser presidente; la construcción de una nueva organización política, le llevaría años articularla y sobre todo posicionarla como alternativa de poder. Es decir: esa posibilidad, es de largo aliento.
Y como ha dicho: ya se le pasó el tren.
2.- Abandonar la sombra de AMLO, para cualquier corcholata, es un alto riesgo. Ni uno solo, posee un liderazgo de amplitud nacional respetable. Ni Claudia, ni Marcelo, ni Augusto, ni Noroña, son por sí solos, capaces de generar un movimiento nacional vigoroso. Está claro: sin López Obrador, ni la más potente tapa-rosca estaría en posición de ganar a la oposición conservadora inobjetablemente.
Sin AMLO, el ex Canciller, vería achicada su presencia en la CDMX.
Evidentemente: puede presumir de seguidores en todo el país; sólo que su red y bases sociales, están circunscritas en territorio chilango.
3.- De los 23 gobernadores que puede presumir MORENA, en el país, ni uno va a operar para crear un distanciamiento con Claudia. Es decir: las expectativas fuera de la IV T, son cuesta arriba.
A Marcelo, lo están derrotando sus titubeos.
Justo, lo que pasó con Monreal: no entendió el nuevo presidencialismo mexicano; mucho menos, sus nuevas peculiaridades. No se puede amagar -sin perder prendas-, a un Jefe de Estado, que se deslindó de los poderes fácticos -económicos, políticos y mediáticos-; que cuenta con una legitimidad no vista desde Lázaro Cárdenas y está más allá del sistema de partidos y sus componendas.
Ebrard, debería recordar la sentencia de El Porvenir, de Tampico, Tamaulipas:
-Aquí, se está mejor que enfrente.