Por: Federico Döring
La capital del país está sumida en una terrible crisis hídrica que apunta a ser histórica, sobre todo porque aún no estamos en la temporada de estiaje y las presas ya registran los niveles más bajos.
Esta situación de desabasto de agua, que afecta a más de 300 colonias de las 16 alcaldías es producto del cambio climático; pero, sobre todo, de la falta de previsión de las administraciones de Andrés Manuel López Obrador y, más recientemente, de la científica Claudia Sheinbaum Pardo, quienes no tuvieron la visión para realizar obras que atendieran la problemática que hoy nos aqueja.
En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador no se realizó acción alguna que atendiera el desabasto de agua potable; apostaron a que el Sistema Cutzamala duraría para siempre, y a la construcción de una candidatura mediante la entrega de dinero a través de programas sociales.
Con Claudia Sheinbaum los resultados son reprobables, sobre todo porque, tratándose de una científica que dice importarle el tema ambiental, no le dio la importancia debida, en vez de destinar todo el dinero a la pinta de bardas y la promoción personalizada para buscar la candidatura presidencial por Morena; otra cosa estaríamos platicando.
Durante su gestión se perdieron recursos importantes, provenientes del ámbito federal, para la realización de proyectos que garantizaran la sustentabilidad hídrica de la ciudad.
En primera instancia cedió a las obsesiones del presidente López Obrador, al no pelear un solo centavo del denominado fondo de capitalidad. Cuando todo el mundo pensaba que le iría bien a la ciudad, por tener un Presidente y jefa de Gobierno de un mismo partido, le fue peor.
Tampoco supo aprovechar la exmandataria capitalina los proyectos de Banobras destinados a la realización de obras de infraestructura de primer nivel para la CDMX, y hoy estamos pagando los platos rotos.
Es evidente que en las administraciones morenistas se carece de una visión metropolitana que les permita atender las problemáticas, como la del desabasto de agua.
La exjefa de Gobierno se dedicó, como mapache electoral, a la administración y distribución de pipas con agua potable, actuando con la visión de mantener ese coto político, de lucrar con la pobreza y con la necesidad de la gente que se atrevió a votar por ellos.
Los datos duros son más que contundentes y sólo basta revisar los presupuestos destinados al tema del mantenimiento y reparación de fugas en la red hidráulica, los cuales disminuyeron más de 86% de 2019 a 2022, al pasar de destinar 110 a 15 millones de pesos. Esta situación toma mayor relevancia si se toma en cuenta que 46% del agua de la ciudad se pierde por fugas en la red.
Su mayor inversión fue una obra hídrica de 29 mdp, para la construcción de un pozo en Santa Cruz Meyehualco, en Iztapalapa, pero nada más. El resto fue administrar una crisis y apostarle a que Tláloc le resolviera los asuntos de desabasto; pero parece que el dios azteca ya la abandonó y no cae ni una gota de agua en la capital; por el contrario, la que fue la Ciudad de los Lagos, hoy está a punto de secarse.
La última gran obra que se realizó en esta materia tuvo lugar en la administración de Felipe Calderón Hinojosa, con la construcción del Emisor Oriente y una planta de tratamiento, que tuvieron un costo superior a 50 mil mdp.
Vaya ironías de la vida, la mujer que presumía tener una formación profesional ambientalista es la que menos atendió este tema y, por el contrario, se dedicó a atender cualquier deseo y capricho de Palacio Nacional olvidándose de las necesidades de los capitalinos.
Los sexenios de López Obrador y Sheinbaum Pardo han sido en los que menos se invirtió en materia de infraestructura hidráulica y hoy estamos pagando las consecuencias… y lo peor falta por venir.