La Hora De Todos / Por: Víctor Contreras.
La función de los periodistas es no acusar, ni juzgar, ni a los actores ni protagonistas de los que hacen o se dedican a la política, y menos presentar conclusiones asumiendo una actitud de expertos, de jueces y de analistas político por excelencia, como seres non plus ultra del gremio y de la sociedad.
Nosotros, solo somos testigos, observadores y, presentamos los hechos tal como sucedieron y a los personajes como son, sin más ni más y así los presentamos.
Asumir favoritismo por un partido y sus dirigentes es militancia o propaganda.
Tenemos el derecho de opinar como ciudadanos y tomar partido, pero como profesionales de la información y del periodismo, nuestra misión y obligación es informar.
Y en Tamaulipas existe una realidad, se quiera o no aceptar por Tirios y Troyanos, pero el jefe político, el que decide, el que manda es Américo Villarreal Anaya.
Maestros y Universitarios…
Es indiscutible que “el juego de las vencidas” al que sometieron los maestros al gobernador, para medir fuerzas, la ganó Américo y los doblegó.
La frase de “ni un paso atrás”, se quedó en un “estense quietos”, que “aquí quien manda en Tamaulipas, soy yo!”.
Igual sucedió en la universidad, un juego de poder, un juego de vencidas, donde el exrector Guillermo Mendoza no midió la fuerza, el poder y el manejo político del gobernador.
Le pidió la secretaria de Administración para Marco Batarse, la entregó, pero sin funciones ni decisiones.
Solicitaron la Coordinación de Comunicación Social y sucedió lo mismo. Había dos jefes de prensa.
En la universidad, donde todavía tenían sentados sus reales -al parecer, la tenían como ‘caja chica- el senador Ismael “Mayito”, el mismo exgobernador, Francisco García Cabeza de Vaca y “La Chulada” alias Víctor Hugo Guerra, sin conflictos ni convulsiones, con la mano izquierda, suave, pero con decisión, el gobernador se impuso con el nombramiento de Dámaso Anaya.
¿Alguien de confianza y lealtad?
Tal vez, el gobernador se cobró la afrenta de que los uateños se la jugaron con El Truko en las elecciones, salvo Jesús Lavín Verástegui y Marco Batarse y claro, Dàmaso Anaya, –por esa razón, creemos, se ganó la rectoría–, que guardaron lealtad a toda prueba hasta el final.
Las razones del cambio que pululan entre ‘especuleros’, fue la soberbia con la que se manejó Guillermo Mendoza y el hecho de “espantar con el petate del muerto” de que tenía todo el apoyo del General Audomaro Martínez Zapata, director del CISEN y amigo personal de AMLO.
Era la universidad, una de las instituciones más sólidas, y resultó una de las más vulnerables.
El gobernador demostró su poder, su fuerza, su liderazgo y el apoyo que tiene de López Obrador.
Y, por cierto, ¿qué pasará con Audomaro Jr.? ¿Dejará la presidencia del Correcaminos? ¿Es cierto que es socio de Guillermo Mendoza en algunos negocios?
¿O tal vez, le quitaron a “los cabezones” una fuente de financiamiento para la campaña en apoyo del PAN y sus candidatos?
Lo cierto, es que fue un duro golpe, un serio revés al grupo de los Cabeza de Vaca, los hermanos que no se quieren ir ni dejar el poder, por temor a la investigación y las consecuencias y que tienen secuestrado al panismo en Tamaulipas.
Bueno, a lo que queda del panismo, porque los verdaderos panistas, los del viejo yunque, no quieren saber nada de los Cabeza de Vaca y su grupito.
Y todo parece indicar que quien sigue en el Paredón “y chupará faros” –como decían en el tiempo de la revolución— es el titular de la Auditoria Superior del Estado, Jorge Espino Ascanio, quien merece todo el peso de una “Auditoria al Auditor”.
Es un tema a parte.
El triunfo de las elecciones de Morena, serán determinantes para cambiar los reductos panistas que quedan en el estado, a decir: la Fiscalía Anticorrupción, la fiscalía general del Estado y la mayoría de los Magistrados en el Supremo Tribunal de Justicia.
El objetivo es ganar las dos terceras partes en el Congreso Local.
El joven Batarse, el próximo Senador
Y en el escenario de los aspirantes seleccionados a la Senaduría por el partido Morena, según las encuestas, y, la decisión política del gobernador y Mario Delgado, son la polémica y controvertida, sumida en el descrédito, “la Reyna del Carmonismo”, con una derrota como antecedente, la tampiqueña Olga Sosa, y la nueva promesa de la política tamaulipeca, el joven Marco Batarse Ferrer.
Había otros políticos de Morena que la merecían como Mario López, mejor conocido como La Borrega, pero fue una decisión del gobernador compartida con el equipo de la candidata de Morena, el que Batarse no solo lo nombraran candidato a la Senaduría sino ser el Coordinador de la Campaña en el Estado.
Y vaya responsabilidad lo que esto significa.
Los que saben, los que están cerca del primer círculo del gobernador, dan por hecho, que va ser Senador.
El responsable de entregar buenas cuentas para la candidata Claudia Sheimbaun es el gobernador y tal parece, según las crónicas periodísticas, se ha comprometido con un millón de votos para la elección.
Marco, el joven protagonista, abogado egresado de la UDEM, tiene ante sí la mejor oportunidad de su carrera política y de su vida.
Pasará la historia como uno de los políticos jóvenes, no con toda la experiencia, pero si con mucho talento y juventud que coordina la campaña presidencial de una candidata en su estado.
El gobernador puso en él toda la confianza.
A su corta edad, es joven y talentoso, está en su mejor momento.
Tendrá la responsabilidad de coordinar la acción de la estrategia electoral, la propaganda, los medios y los informadores, la logística y a su cargo la responsabilidad.
El gobernador le otorgó toda la confianza, apoyo, recursos y espera resultados. Delegó toda su autoridad política.
Mejor nos leemos mañana.