Sáb. Nov 9th, 2024

Por Oscar Díaz Salazar

Que el gobierno del Estado de Tamaulipas niegue lo que pasa, en relación a los hechos violentos que pasaron, aunque digan que no pasaron o que no son graves, no es algo nuevo. La misma operación para negar los hechos, la hicieron en los gobiernos de Eugenio Hernández y de Egidio Torre y por supuesto en el de Francisco N.

Los funcionarios del gobierno de Tamaulipas, sus voceros y su versión oficial, negaban que sucedían hechos violentos, enfrentamientos, balaceras, persecuciones, muertos y heridos múltiples, y la versión oficial era compartida por los ciudadanos de la capital, que aceptaban y daban por buena la inexistencia de hechos violentos y la intención de los enemigos del gobernador (en turno) de dañar la imagen del gobierno, con esas historias que parecían sacadas de películas de Hollywood.

La negación a aceptar y reconocer los episodios de violencia que sucedían en las ciudades fronterizas, por parte de los gobernantes y ciudadanos de las capital de Tamaulipas, duró más o menos dos años, que fue el tiempo en que se tardaron los sujetos del crimen organizado en irrumpir en Ciudad Victoria. Hasta que la violencia la experimentaron en casa, la vivieron directamente, dieron por buenas las historias de los hechos violentos que por dos años habían negado o desdeñado.

De lo que les comparto dan cuenta los boletines oficiales de la época, así como muchos recuerdos de mis conversaciones con amigos capitalinos, que no sólo se negaban a creer las historias que les contaba, reseñando los enfrentamientos entre facciones rivales que me tocó atestiguar, sino que se atrevían a sugerir que era falso y que mi versión obedecía a una agenda anti geñista o anti egidista.

Situados en la actualidad, esa negación a reconocer que hubo episodios de violencia y que el gobierno no tiene control, ni es capaz de garantizar la seguridad de los tamaulipecos, como no la han garantizado los últimos 4 gobernadores (por lo menos), me parece que es la respuesta que buscaba Francisco N y que de cierta manera validan su «narrativa» (falsa) de que durante el vacato si se brindó seguridad a los tamaulipecos.

La Vaca Salvatrucha nunca pudo garantizar la seguridad de los tamaulipecos, como no pudieron los que estuvieron antes y como no pueden los que hoy gobiernan. Si acaso hay que reconocer la habilidad para eliminar, de manera rutinaria, constante y efectiva, la información que se publicaba en portales y sitios de noticias del internet.

Negar los hechos es una ofensa para los que estamos expuestos a esos episodios de violencia. Negar o minimizar los acontecimientos recientes es ofensivo para la población de las ciudades afectadas y también es hacerle el juego a los defensores de Francisco N.